La vida es un caminar siempre, algunas
personas pasan por nuestra vida para enseñarnos a no ser como ellas, es
necesario que pasen por nuestra vida para hacernos mejores personas y es
importante que podamos tener esa capacidad de tolerancia y de discernimiento. Oscar
Wilde afirmó “algunas personas causan felicidad a donde van; otras, cuando se
van”, pero aun así de toda relación obtenemos un beneficio, fruto a veces del
malestar, pues nuestras vivencias nos brindan la posibilidad de manejar
nuestros sentimientos de otra forma.
La
vida es potencialmente significativa, pues podemos extraer significado hasta
del mismo sufrimiento. Así, aunque a veces podemos no encontrar sentido a
ciertas relaciones negativas, lo cierto es que nos aporta una visión del mundo
que desconocíamos.
Esto,
dicho de otra forma, significa que nos enseñan qué es lo que valoramos y qué es
lo que nos incomoda, molesta o daña. En definitiva, nos muestran una faceta que
no queremos desarrollar o que quizás la estábamos desarrollando.
Nuestros
principios se refuerzan gracias a ciertas vivencias, ser testigos de
injusticias y sentir gran malestar por las actuaciones llevadas a cabo por
ciertas personas nos ayuda a reflexionar sobre nuestros principios y reforzar
así nuestras creencias sobre lo que es bueno y lo que es malo.
Duelen
la traición, la frialdad, la prepotencia, duelen con intensidad, y cuando lo
vemos realizado por otras persona hacia otras personas podemos apreciar la
magnitud del efecto y de la acción, cuando esto sucede el mismo sentimiento que
nos genera nos hace replantearnos nuestras prioridades y nuestras propias
actuaciones con respecto a los demás. Por eso, a veces, pasar por un mal trago
relacional nos hace mejores personas.
Nos
ayuda a valorar otros sentimientos y nos apoya en nuestro crecimiento. Esto
requiere una visión interior propia que nos permita avanzar y no estancarnos en
el malestar, la culpa o el resentimiento.
Alejarse
de las personas conflictivas mejora la salud y el alma, porque nos hace daño
estar cerca, debemos ver que sus reacciones e intenciones cada vez son más
predecibles. Esto nos permite relacionarnos de otra manera, pues manejamos
nuestro entorno más a nuestro con mas protección para nosotros.
En
este sentido no debemos dar tanta importancia a lo que estas personas hagan
sino centrar nuestra atención en lo que podemos aprender de lo que han hecho,
ayudándonos esto a crear oportunidades de crecimiento y trabajar nuestra
autoestima, nuestros valores y nuestra
fuerza.
Porque
al fin y al cabo el que espera se decepciona, y esperar todo de alguien puede
generarnos desilusión y sometimiento, haciendo desaparecer nuestro oxígeno
psicológico, contaminando nuestra atmósfera emocional y menoscabando nuestras
inquietudes.
Así,
mantener la perspectiva nos ayudará a lograr cierta indiferencia y a bajarnos
de esa montaña rusa emocional, consiguiendo separar nuestras preocupaciones de
las suyas y liberándonos de sus inseguridades y de sus reacciones
desproporcionadas.
La
idea es esclarecer nuestra mente y exponer nuestros pensamientos y emociones
sin miedo a las consecuencias cuando llegue el momento. Esto tendrá un
resultado tan rápido y directo como satisfactorio: nuestros problemas
disminuirán y podremos vivir en paz.
Cuando
alguien busca dañarnos de manera intencionada, entonces nosotros debemos elegir
si queremos abrirle nuestra ventana emocional y dar validez a aquello que nos
va a sofocar o no hacerlo, debemos verlo de nuestra perspectiva.
La
vida realmente es corta como para vivir angustiado por lo que nos hacen o dejan
de hacer cada una de las personas que nos rodean. Por eso la mejor decisión que
podemos tomar es distanciarnos de lo negativo de algunas personas y acercarnos
a aquellos que nos hacen sentir bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario