Son una especie de
“códigos” que están situados en lo más profundo de nuestras mentes en forma de creencias
y de todo tipo de inhibiciones que nos paralizan.
Cuenta Marianne Costa que
en un momento de su vida escribió en un papel de pergamino: “soy una fracasada”.
Después lo firmó con una gota de su sangre y lo enterró. En ese lugar plantó
una bella flor y empezó a diseñar su realidad liberada de esa maldición. (Es un
acto psicomágico, donde nos liberamos de esos códigos que recibimos de nuestra
familia)