Es la calidad de tu conciencia en este momento lo que
más determina el futuro que experimentarás.
Así que rendirte es lo mejor que puedes hacer para
traer cambios positivos. Cualquier acción es secundaria.
Ninguna acción verdaderamente positiva puede surgir
del estado de conciencia de no-rendición.
Para algunas personas, “rendirse” puede tener
connotaciones negativas: derrota, abandono, fracaso ante los retos de la vida,
volverse letárgico, etc. Sin embargo, la verdadera rendición no tiene nada que
ver con eso.
No significa que tolerar pasivamente cualquier
situación en la que estés y no hacer nada al respecto. Ni tampoco significa
dejar de planificar cosas o de realizar acciones positivas.
Rendirse es la simple pero profunda sabiduría de
ceder, en lugar de oponerse al flujo de la vida. El único lugar en el que
puedes experimentar el flujo de la vida es el Ahora. Así que rendirse es
aceptar el momento presente de manera incondicional y sin reservas. Es
decir, renunciar a lo que interiormente se resiste a lo que es. La
resistencia interior es decir “no” a lo que es, a través de juicios mentales y
negatividad emocional. Se nota más cuando las cosas “van mal”, lo que significa
que hay una brecha entre lo que la mente pretende y lo que es. Esta brecha es
el dolor.
Si has vivido lo suficiente, verás que las cosas “van
mal” bastante seguido. Precisamente es ahí cuando se debe practicar la
rendición, si es que quieres librarte del dolor y la tristeza.
La aceptación de lo que es inmediatamente te libera de
la identificación con la mente y te reconecta con el Ser.
La resistencia es la mente.
La rendición es un fenómeno puramente interior. Esto
no significa que no puedas intervenir en lo exterior o cambiar la situación. De
hecho, no es la situación en general lo que debes aceptar cuando te rindes,
sino el pequeño segmento llamado “el ahora”.
Hasta obtener el resultado deseado, sigues practicando
la rendición absteniéndote de etiquetar el Ahora. Déjame darte una
analogía visual para que se entienda. Vas caminando de noche por la senda,
rodeado por espesa niebla, pero tienes una linterna muy potente que la
atraviesa y crea un espacio estrecho y claro frente a ti. La niebla en
este caso es la situación en la que te encuentres, que incluye pasado y futuro.
La linterna es tu presencia consciente. El espacio claro es el Ahora.
La no-rendición endurece a tu forma psicológica, el
caparazón del ego, creando un fuerte sentido de separación. El mundo que te
rodea y en particular la gente, se perciben como una amenaza. Surge la
compulsión inconsciente de destruir a los demás juzgándolos. Como así también
surge la necesidad de competir y dominar.
No solo tu forma psicológica, sino también tu forma física (tu cuerpo) se
torna rígida con la resistencia. Surge la tensión en distintas partes del
cuerpo. Y el cuerpo, como un todo, se contrae.
Hay algo dentro de ti que permanece intacto a las
situaciones pasajeras que conforman tu vida diaria. Y es solo a través de la
rendición que puedes acceder a esto. Se trata de tu vida, tu propio Ser, que
existe eternamente en el presente sin tiempo. Si encuentras tu situación
insatisfactoria o intolerable, es solo rindiéndote primero que puedes romper el
patrón inconsciente que se resiste y prolonga esa situación.
La rendición es perfectamente compatible con realizar acciones, iniciar
cambios o lograr objetivos. Pero en el estado de rendición, una energía
totalmente distinta, una calidad distinta, fluye en tu hacer. La
rendición te reconecta con la fuente de energía del Ser. Y si tu hacer está
impregnado de Ser, se convierte en una alegre celebración de energía de vida
que te lleva más profundamente hacia el ahora. A través de la no-resistencia,
la calidad de tu conciencia y, por consiguiente, la calidad de lo que sea que
hagas o estés creando, mejora de manera inconmensurable. Los resultados
entonces, vendrán solos y reflejarán esa calidad. A esto lo podemos llamar
“acción proveniente de la rendición”.
En el estado de rendición, ves claramente lo que hay que hacer. Y actúas
haciendo una cosa a la vez y enfocándote en una sola cosa a la vez.
Aprende de la naturaleza, mira como todo se desarrolla y como el milagro
de la vida se despliega sin insatisfacción.
Esa es la linterna que atraviesa la niebla. Entonces, tu estado de
conciencia deja de depender de lo exterior. Ya no reaccionas ni te resistes.
Luego mira la situación más específicamente. Pregúntate: “¿Hay algo que yo
pueda hacer para cambiar la situación, mejorarla, o apartarme de ésta?”. Si la
hay, actúa adecuadamente. No te enfoques en las mil cosas que tendrás o puede
que tengas que hacer en algún futuro, sino en la única que puedes hacer ahora.
Esto no significa que no debas hacer planes, puede que planear algo sea lo
único que puedes hacer ahora. Pero asegúrate de no estar corriendo tras
películas mentales que continuamente te proyectan hacia el futuro y te hacen
perder el Ahora. Puede que las acciones que realices no den fruto de
manera inmediata; hasta que lo hagan, no te resistas a lo que es.
Si no hay nada que puedas hacer, y no puedes irte de la situación, úsala
para entrar más profundamente en la rendición, en el Ahora, en el Ser.
Cuando entras a esta eterna dimensión del Presente, el cambio suele
presentarse de manera extraña, sin requerir mucho de tu parte. La vida se torna
servicial y colabora.
A medida que te rindes, lleva tu atención hacia adentro, para asegurarte si
aún hay algún rastro de resistencia en ti. Estate muy alerta cuando lo hagas,
de otra forma, una cierta cantidad de resistencia puede seguir escondiéndose en
algún oscuro rincón, en la forma de un pensamiento o de una emoción no
reconocida.
Fuente: Eckhart Tolle
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