Muchas
veces evitamos decir lo que sentimos, considerando que no es prudente, que no
es oportuno, que nos puede perjudicar, que nos puede exponer a situaciones
comprometedoras o cualquier otra cantidad de motivos, que pueden ser válidos en
determinadas circunstancias.
Sin embargo, todo lo que no llegamos a decir, que sentimos la necesidad pero que nos limitamos a no hacerlo puede producir en nosotros muchos estragos. Está bien ser prudentes, pero no podemos guardarnos aquellas palabras que se anidarán en nuestro interior y nos marchitarán por dentro.
Debemos aprender a decir lo que queremos y buscamos: Plantear
nuestros deseos cuando en ellos están involucradas otras personas es crucial
para generar acuerdos y ver si se rema en la misma dirección.
Debemos
aprender a exteriorizar nuestros sentimientos: Aunque
no resultemos correspondidos el no verbalizar un “te amo”, un “eres importante
para mí”, un “lo siento”, puede ser que nos resguarde ante la otra persona,
pero en nosotros se ahogarán palabras que pudieron haber cambiado nuestras
vidas de haber sido pronunciadas.
Debemos
aprender a decir lo que pensamos: Una idea guardada es
una idea muerta, quizás no sea necesario verbalizarla, pero sí resultará de
mucha utilidad el tomar acciones asociadas a nuestros pensamientos y a nuestras
ideas, tomar todos aquellos que consideremos prometedores y darles forma. La
distancia entre la idea y el éxito, es la acción.
Debemos aprender a decir sí o decir no en concordancia a lo
que queremos: no importa si no resulta del agrado
de quien lo escucha, solemos intentar complacer, colemos querer quedar bien con
todos los que son importantes para nosotros, colocando nuestras preferencias en
segundo plano y a fin de cuentas hemos venido a esta vida a procurar nuestro
bienestar antes de cualquier otro.
La
honestidad debe estar siempre presente en nuestras vidas,
especialmente hacia nosotros mismos, no se trata solo de decir lo que sentimos
o pensamos, se trata también de nos decir algo que se contradiga con lo que
llevamos dentro.
Aprendamos
a exteriorizar las palabras, siendo lo más asertivos y oportunos posible,
procurando no herir a nadie y entendiendo el compromiso que encierra cada
palabra. Entendamos que de nada sirve decir lo que otros quieren escuchar si
eso va en contra de lo que nuestro corazón grita. Cada palabra guardada debe
canalizarse para no generarnos perturbaciones posteriores.
Por: Sara Espejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario