Quien te enfada te
arrastra, quien te hace daño te convierte en prisionero, quien te grita,
despierta tu rabia o tu miedo… ¿Hasta dónde eres capaz de aguantar? Sabemos que
no es fácil, que practicar el perdón es un acto que no todos saben o quieren
llevar a cabo. No obstante, debes saber que es el primer paso para tu libertad
personal.
Reflexiona unos instantes
con nosotros… ¿Cuántas cargas llevas sobre tus espaldas? ¿Cuántas piedras
almacena tu alma a día de hoy? Tal vez, si ofrecieras un perdón a cada una de
esas anclas que te amarran, tus pasos serían mucho más ligeros.
Ahora bien, somos muy
conscientes que ofrecer el perdón a quien nos ha hecho daño, no es fácil. Es
como ofrecer nuestro reconocimiento a quien nos cambió la vida, y aún más, es
como mostrar “debilidad”.
No obstante, es necesario
no caer en este error: no es débil a quien que ejerce el noble acto del perdón.
Al contrario, no hay mayor acto de fortaleza que quien es capaz de darlo con la
mayor humildad, para así, liberarse.
Hablemos hoy sobre ello.
Perdonar para avanzar
Hay padres que hacen daño
a sus hijos. Actos contra natura que en ocasiones, van más allá del maltrato
físico. La humillación, el desprecio, la falta de amor o incluso la
sobreprotección o la educación tóxica, son actos que dejan huella en nuestro
ser. Que nos impiden avanzar en libertad como personas maduras.
¿Cómo ofrecer también el
perdón a quien nos ofreció amor del modo más falso y egoísta? Hay amores que
manipulan, que vulneran derechos, que hieren emociones, que aprisionan nuestra
felicidad convirtiéndola en un papel que echar a la basura.
¿Debemos perdonar estos
comportamientos? Los psicólogos nos señalan siempre de la necesidad de
“perdonar” como primer acto de superación, Es una forma de romper el vínculo
del sufrimiento. No es fácil, porque en estos actos se almacenan muchas
emociones negativas: odios, desprecios, frustración…
Debemos ir con cuidado con
estas dimensiones. La frustración siempre busca culpables, y los odios,
esclavizan nuestro corazón.
Practicar el perdón tiene
como finalidad las siguientes dimensiones:
Romper el cordón umbilical
con nuestros agresores, con nuestros vulneradores de derechos, con nuestros
maestros de la infelicidad.
Intenta visualizar el
perdón de la siguiente forma: no como claudicación, o como humillación. Sino
como cortar un hilo negro y dejarlo ir, como la cola de una cometa que vuela
muy alta y se escapa de nuestras manos. Se ha ido, y lo que no está no debe
hacernos daño.
El perdón te libera, es un
ejercicio noble donde no se ejerce fuerza, ni violencia. Donde no hay odios. Tu
perdonas con nobleza sin desear nada malo. Y ese perdón es el mayor acto de
libertad, porque has roto cadenas mediante el más noble de los actos.
La necesidad de perdonarse
a uno mismo
Hemos hablado de la
importancia de perdonar a los demás… pero ¿cómo se hace eso de perdonarse a uno
mismo? Y es más… ¿por qué he de hacerlo?
Debemos practicar el
saludable ejercicio de perdonarnos porque también nosotros somos causantes de
nuestro propio sufrimiento, y no reconocerlo, no querer verlo, es como llevar
una venda en los ojos y un grillete en el corazón.
Es posible que aún te
sigas culpando por ese error del pasado. Por haber dejado ir a quien merecía
estar a tu lado, por haber hecho daño a alguien que no lo merecía…
El primer paso para
perdonarnos a nosotros mismos, es reconocer esa carga existencial, esa molestia
cotidiana, ese suspiro que no tiene consuelo. Ahonda en tus pesares, esos que
solo tú ves.
Acepta tu responsabilidad,
y después, perdónate. Haz lo posible por enmendar ese error o ese daño, pero
empieza por perdonarte para liberar cargas. Es el mejor modo en que podrás
avanzar con más fortaleza.
El auto perdón busca
romper cadenas interiores y evitar sobre todo, cargar con todo el peso del
mundo. Porque en ocasiones, las buenas personas también se responsabilizan de
cargas o pecados ajenos. Tú no eres culpable de algo que hizo tu pareja, o
alguien de tu familia. En ocasiones, la vida marca sus circunstancias y como
tal debemos afrontarlas con entereza.
Quien sufre remordimientos
es que carga demasiadas culpas, demasiados pesos. Hay que desvestirse de ellos
con responsabilidad, afrontarlos, solucionarlos, perdonar y auto perdonar… Todo
ello nos permitirá avanzar de un modo más ligero.
Practicar el perdón es una
forma de liberación personal, ahí donde también reside la importancia de
perdonarse a uno mismo. Vive una vida humilde, libre del vínculo del rencor o
el resentimiento. Avanza tranquilo y en calma sin ese peso de más a tus espaldas…
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