Hace ya mucho tiempo los
estudios demostraron que el estrés puede tener un impacto irreversible y
negativo en el cerebro. Aunque solo sea durante unos pocos días, la exposición
al estrés compromete la eficacia de las neuronas en el hipocampo, una importante
área del cerebro responsable del razonamiento y la memoria.
Si el estrés dura varias
semanas termina dañando las dendritas neuronales (los pequeños “brazos” que las
células cerebrales utilizan para comunicarse entre sí). Si se prolonga varios
meses, el estrés puede destruir neuronas permanentemente.
Una investigación reciente
del Departamento de Psicología Biológica y Clínica de la Universidad Friedrich
Schiller de Alemania encontró que la exposición a estímulos que causan fuertes
emociones negativas -el mismo tipo de exposición que se obtiene al tratar con
personas tóxicas- causó que el cerebro de los sujetos tuviera una respuesta
masiva al estrés. Así, ya sea a través de la negatividad, la crueldad o el
victimismo (entre otras estrategias), las personas tóxicas provocan en el
cerebro de los demás un estado de estrés que requiere de una gestión emocional
inteligente para desaparecer.
La clave para actuar de
manera inteligente ante comportamiento tóxicos es cultivar la capacidad de
manejar tus emociones y de mantener la calma bajo presión. De hecho, una de las
mayores cualidades de las personas que saben gestionar el estrés es su
capacidad de neutralizar a los efectos de las personas tóxicas. Ignora a la
gente tóxica que busca tu atención La gente tóxica no lleva un distintivo que
permita identificarla. Sin embargo, todos sabemos bien quiénes a nuestro
alrededor son una fuente de conflictos y malestar.
Sabemos el daño que pueden
llegar a causar. También sabemos por dónde nos atacan. Sabes quién te busca, y
sabes también que te encuentra. Y cuando te encuentra, ahí mismo, en ese mismo
lugar sabes que estás perdido. Si, por el motivo que sea, no puedes evitar a
esa persona tóxica, intenta no caer en su red. Ignórala. Sabes que va a buscar
tu atención, que ta va a provocar. No te dejes enredar. Que no te encuentre. No
te dejes asertivo si ha llegado el momento de marcar un límite.
No asumas un
comportamiento tóxico: evita el contagio La característica principal de lo
tóxico es que se contagia. Eso mismo ocurre con la gente tóxica: contagia su
actitud. Si respondes con un comportamiento tóxico habrás perdido la batalla.
Aunque esa persona tóxica consiga pulsar tu botón de “sentirte culpable” no
está todo perdido. Mantener la serenidad ante su peor veneno, la inoculación de
la culpa, es posible. Que sea posible, no significa que sea fácil ignorar las
llamadas de atención de una persona tóxica. De hecho, una estrategia habitual
de la gente tóxica es ridiculizar a su objetivo en público cuando no consigue
un enfrentamiento directo, si es que no ha optado por este camino primero. Por
eso, mantener el control de las emociones es primordial ante una situación así.
Por otro lado, mantener una distancia emocional requiere conciencia. No siempre
puedes impedir que alguien pulse tus botones sensibles.
Cuando esto suceda tendrás
que superar tus miedos y tus complejos y seguir adelante. En cierto modo, es
mejor ignorar lo sucedido, puesto que de ese modo será más sencillo controlar
tus emociones. Sin embargo, hay otra opción: defender tus límites.
Marca y defiende tus
límites Debes saber que el ataque de una persona tóxica no socava tu dignidad.
De hecho, tu dignidad puede ser atacada y ridiculizada, pero nunca puedes
perderla a no ser que la entregues de forma voluntaria. Por lo tanto, no tienes
de defenderte de sus argumentos, sino dejar claros los límites. No ofende quien
quiere, sino quien puede. Si te pones a la defensiva le estás demostrando que
puede ofenderte.
Si marcas los límites le
estás dejando claro que no puede atacarte. Ante una persona tóxica no valen
razonamientos ni explicaciones. Hay que dejar las cosas claras, con mano
izquierda pero tacto firme, dejando clara tu autoridad en aquellas decisiones
sobre las que tienes derecho y, al mismo tiempo, responsabilidad. Ten en cuenta
que para establecer un límite tendrás que hacerlo de manera consciente y
proactiva. Si dejas que las cosas sucedan naturalmente, te verás obligado a
encontrarte constantemente envuelto en conversaciones difíciles.
Si estableces límites
podrás controlar gran parte del caos provocado por una persona tóxica.
Practicar la compasión práctica Como hemos visto, ante una persona tóxica
podemos tomar una actitud de ataque, una posición defensiva o, simplemente,
ignorarla. Pero no siempre es necesario hacer esto. De hecho, a veces tiene
sentido ser simpático con las personas tóxicas. Tal vez estén pasando por un
momento difícil, por una situación emocional que no saben gestionar con
eficacia. Por desgracia, el comportamiento tóxico es, con frecuencia, una
manera de enfrentarse a una situación personal difícil. Cierto, no es justo que
hagan cargar a los demás con su dolor. Tampoco hay alivio personal.
Eso no significa que
tengas que dejarlo pasar o que tengas que aceptarlo. A final y al cabo, cada
uno tenemos nuestros propios problemas, nuestros propios demonios. Ante una
situación así, enfrenta la situación con compasión, perdonando. Sin seguirle el
juego y marcando límites, por supuesto, pero sin tomar demasiado en cuenta la
actitud del otro, pues no es más que el reflejo de su agitada y dolorosa vida interior.
1 comentario:
·.
Sabía que el estrés puede causar un daño enorme en la actividad normal de una persona, hasta cambiarla. Lo que no sabía es que pueda afectar a las dentritas... y más.
Es pues necesario acudir a la inteligencia emocional para solventar problemas, o para no llegar a ternerlo.
Tu post resulta muy interesante, muy ilustrativo. Debiera tener más difusión.
un abrazo
· LMA · & · CR ·
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