El
camino hacia la realización personal y la calma espiritual es arduo y a veces sumamente angustiante. Es tanto lo que
vivimos y lo que procesamos que a veces, llegar a estar en paz con nosotros
mismos y con lo que nos rodea parece casi una misión imposible.
Quién
ha tenido que afrontar situaciones dolorosas, la mayoría de las veces ha
arriesgado su comodidad y ha apostado por la superación en detrimento del estancamiento personal y
emocional, pudiendo llegar a encontrar esta calma en el momento y las
circunstancias más insospechadas.
Puede
ser que de forma inconsciente, nuestra lucha interior se fuese cristalizando en
logros imperceptibles para nosotros pero al acumularse uno detrás de otro, dio
frutos maravillosos. De repente no necesitas que todo sea ideal y esté
controlado, simplemente disfrutas de lo que tienes e ignoras lo que te
hace daño.
Quién
ha luchado por mejorar se da cuenta de que una de las mejores formas de
alcanzar el bienestar es, simplemente, saber cuidarse a uno mismo.
Y eso requiere una serie de sabias decisiones, que balancean lo que queremos y
lo que no queremos en nuestra vida.
Saber escucharme, en lugar de solo escuchar lo que los
demás dicen de mí
No
hay nada peor que supeditar tu vida y tu personalidad a la aprobación constante
de los demás. Es muy fácil convertirse en una
muñeco roto si acatas todo lo que la sociedad supone que es mejor para ti.
Tu
personalidad nunca estará integrada en un todo, sino que será una construcción
de retales y viejas ideas impuestas en ti, sin que tan siquiera te hayas
planteado el verdadero sentido que tienen para tu alma.
Saber
escucharse a uno mismo, hacer caso a tu intuición, perderte por dónde los demás
dicen que no vale la pena que vayas y encontrarte al final del camino con el
trozo más auténtico de ti, para quedártelo y decidir llevarlo siempre contigo.
Eso es un triunfo.
Apartarme de todo aquello que no es bello, útil y
divertido
Sí,
elegí ser un poco hedonista y el resultado fue mejor de lo esperado.
Seguir esta premisa me ha traído solo buenas sensaciones y ha evitado la mayor
parte de las malas vibraciones que giran mi alrededor.
Si
uno no es capaz de entregarse a los placeres de la vida, debería cuestionarse
profundamente qué es para él la vida, y
quién o quienes les han hecho creer que estaba en lo equivocado o lo acertado.
Disfrutar
es un verbo con una conjugación que resulta positiva en singular y plural: Yo
disfruto, tú disfrutas y nosotros disfrutamos. Casualmente, si yo soy la
primera persona en hacerlo, contribuiré a que esa conjugación se extienda a los
que están a mi alrededor.
No tengo que sacrificarme por nada ni por nadie.
Luchar por lo que quiero y por los que quiero es un placer y un privilegio
Nuestra
sociedad nos ha impuesto la idea de que todo lo que vale la pena implica
sacrificio, pero a mi esa palabra me transmite angustia. La he sustituido por
pasión, constancia o por tenacidad. Las cosas que mejor he aprendido en
mi vida han estado dotadas de un ambiente relajado, de una concentración
placentera en lo que hacía porque estaba siendo interesante. Trabajar por
algo que no nos gusta se llama estrés. Trabajar por algo que nos gusta se llama
pasión
Los
conceptos más difíciles de la vida académica y de mi vida personal solo se han
acomodado en mi mente y en mi espíritu cuando
iban acompañadas de una explicación dulce y una actitud empática.
De
hecho, he observado que las personas que ha optado por el continuo sacrificio,
por la asunción de dogmas sociales, por apartar todo lo desconocido por poder
ser peligroso son personas con un aura gris, apagada, con ceños fruncidos y
lenguas viperinas. He empezado a entender que mi locura era más sana
que la rígida cordura de otros.
Que en el amor a veces hay que perder el orgullo, pero
jamás la dignidad
Cuando
me regía por reglas y no por sentimientos, mi corazón y mi mente estaban
heridos y mi alma encarcelada.
Empecé a cansarme de esa forma tan mediocre de amar y sentir, y decidí tirarme
a la piscina aunque estuviese vacía. A veces me he llevado golpes tremendos, y
en otras ocasiones he terminado navegando.
No
hay nada peor en la vida que sentir miedo a experimentar un sentimiento tan
apasionante como el amor. Gracias a esos golpes, me sigo tirando a piscinas
vacías pero con una técnica que impide que sufra graves contusiones o heridas,
aunque sí que algún que otro rasguño que me perdono porque no hay peor
herida que la que te hace sentir el vacío de no atreverte a nada.
Que tengo que cuidar a los que quiero y me quieren, y
eliminar de mi vida a todo aquel que me infligió un daño intencionado
La
vida nos da un tiempo limitado para que la disfrutemos, así que no
pienso malgastar ni un segundo más de mis pensamientos y de mi tiempo en
intentar entender porque algunas personas me hicieron daño con su
indiferencia, trataron de humillarme, me traicionaron o me juzgaron.
Desde
que lo decidí, esa parte destinada a estos quehaceres absurdos e inútiles ha
quedado vacía de resentimiento y abierta y dispuesta a llenarse de todo aquello
que me hace ser feliz. De todas esas personas que aun con dificultades en
nuestros caminos nunca emplearán la maldad sobre mí.
Todo
lo que sé ahora es un privilegio que no compré con dinero. A mi me ocurrió simplemente cuando empecé a
cuidarme, y es verdaderamente un regalo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario