Cuando veas a una persona
enfurecida ten siempre en mente algo, lo único que quiere es amor.
Por increíble que parezca,
cuando alguien actúa con ira y perjuicio, no es más que la evidencia del amor
que busca.
El alma humana tiende al
amor.
Así como las plantas giran
hacia donde se encuentra un hilo de luz, nuestro ser verdadero quiere
expresarse en amor.
Si hay necesidad de dañar,
de vengarse, de manipular, es porque existe un hueco tremendo de amor.
Debemos aprender a ver con
ojos más compasivos.
El mensaje no es permitir
la agresión, pero sí entenderla para no seguir el mismo ciclo una y otra vez, es
decir, ir a la verdadera raíz para ponerle una solución.
A veces el silencio es la
mejor respuesta si es que no tenemos un mensaje pacificador.
Tomar distancia y ver las
cosas con más objetividad y desprendernos de lo personal.
Trabajar nuestra energía de
bondad desde el corazón y que brote un sentimiento de luz que cubra a la
personas que esta atravesando por ese mal momento.
Recuerda que nunca debemos
responder una palabra airada con otra de igual calibre, porque lo único que lograríamos seria agrandar
el problema.
Respirar y llamar a
nuestra serenidad interna, cerrar un momento los ojos e impedir que la lengua
sea muy rápida al responder.
Es cuestión de práctica,
de trabajar en uno mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario