Sin dogmas ni condicionamientos.
La belleza verdadera se irradia desde adentro, desde el
brillo genuino de nuestra pasión pulsante. Somos hembras bellas, auténticas y
sabias.
El pujo de la vida nos corona como reinas.
Somos mujeres bendecidas, creadas a imagen y semejanza de la
Divina Madre.
Ciclamos con la luna, danzamos con la Tierra, y en esa danza espiral nos renovamos, restaurando nuestras heridas, convirtiéndolas en portales hacia la sanación y la integridad.
Ciclamos con la luna, danzamos con la Tierra, y en esa danza espiral nos renovamos, restaurando nuestras heridas, convirtiéndolas en portales hacia la sanación y la integridad.
Somos
cálices sagrados donde mora la Diosa, infinita y lejana, y, al mismo tiempo,
íntimamente cercana.
Somos mujeres sagradas, transformadoras consientes,
guardianas de la vida y la renovación permanente.
Fragmento de El Oráculo de la Mujer Sagrada de Mónica Glusman
http://isosu.blogspot.com/
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