martes, 12 de marzo de 2019

ADAGIO A LA MUJER MADURA



La mujer madura no tiene miedo de llorar.
Llora sin culpar, ni culparse. Sabe que está vaciándose, limpiándose.
Sus lágrimas de Amor rompen todas las corazas creadas.

Para dar su mejor néctar, el auténtico... el de su Alma.

Ya no necesita decir ni hacer tantas cosas.
Ni sacrificarse, ni dar tantas explicaciones consideradas.
Cuando habla... bendice, reconcilia, decreta.
Cuando escucha… te siente, te acompaña, te acepta, te Ama.

Ni necesita controlar tanto.
Lleva tiempo soltando y sabe que la vida todo lo va encajando.
Ha entrado en lo más profundo de sus entrañas.
Conoce sus miedos, su mentira. Conoce y acepta sus fantasmas.
Sabe lo que quiere y también sabe, que no sabe nada.

Ya no juega a ser víctima, no espera salvar, ni ser salvada.
Con mayor serenidad y firmeza pone las cosas claras.
Su fuego da calor pero no queman sus llamas.
Cuando mira hacia atrás ya no siente nostalgia.
Ha aprendido a lamer sus heridas y ella misma sanarlas.

Ha dejado de exigirse tanta perfección, autodominio y belleza.
Sabe que la Verdad nunca pudo ser tapada desde fuera.
Al paso de los años se ha vuelto más dulce, tolerante, más serena.
Y al tiempo más segura, tranquila, con más entereza.

Ahora se permite jugar, disfrutar, protestar y enfadarse.
Ha aprendido a observar, a dejar de juzgarse.
A volver a su centro, a mirar dentro, a templarse.
Cuando la sombra la atenaza, sabe sostener la embestida.
Ha aprendido a abrazarse. Conoce mejor el camino a Casa

Cuando toma consciencia de los patrones conocidos, mecánicos.
Sabe que es una llamada del Ser para seguir despertando.
Ahora sabe que cada paso en su Vida es perfecto y necesario.
Para llegar aquí y ahora al propósito Universal… El Amor Incondicional.

Cuando se mira en el espejo ve una mujer transformada.
Con Luz en la sonrisa y en la mirada.
Ha pasado unas cuantas noches oscuras del Alma.
Sabe que ella misma ha elegido los conflictos que le atenazan.

Se hace responsable de su Vida porque es sabia.
Ya no necesita ser admirada y elogiada por su cuerpo o por su cara.
Su belleza no es de este mundo, es sostenida por la Luz de su Alma.
Nunca pases por delante de ella sin mirarla.
Sus cicatrices, sus heridas, sus arrugas, sus manchas, si las escuchas te hablan.

La mujer madura también puede ser joven, fresca y cándida.
Sólo depende de haber podido cuidar a su niña interior y abrazarla.
Valora y disfruta más que nunca los pequeños detalles de la Vida.
Ella se siente abundante, amable y Amada.
Sabe que la Vida la bendice, y por ella se siente en cuidada.

Te sabe sostener, contener y comprender, sin tiempo, ni espacio.
Ya no tiene miedo de su sombra, ni de la sombra de nadie.
Ha ido y ha vuelto, ha llegado a la raíz de las cosas.
Honrando a su linaje, con sus ancestros ha hecho las paces.
Está conectada a la Naturaleza madre y padre, a la luna, el sol, el mar y el aire.

En su afán de Amor, la madre coraje dio todo sin quedarse con nada.
Ahora sabe darse, sabe estar sola porque se Ama.
Ha dejado de mendigar hace tiempo.
Confía que el Universo los mejores manjares le depara.
Ella por fin se entrega y elige ser llevada.

Sabe reconocer a un hombre consciente de lejos.
A ella ya no puedes conquistarla con argucias o cuerpos blindados.
Sólo con un corazón amable, sincero y verdadero.
Ella ya sabe lo que es bueno y lo que es sano.

Su corazón irradia Luz.
Abierto para zambullirse en el Amor de un guerrero valiente.
Que sepa ver y reconocer en ella su propia Alma.
Sabe rendirse al hombre y en su abrazo calmar la herida callada.
Su corazón está libre para Amar y ser Amada.

Sus besos son más dulces, amorosos y apasionados que nunca.
Su piel más rendida, ya no es tan tersa, pero si más humana, más sentida.
Su cuerpo receptáculo del éxtasis Divino.
Sabe recibir al hombre y ofrendarle los mayores encantos del femenino.

Si quieres que llegue una mujer madura a tu Vida.
Sólo tienes que abrir de par en par tu corazón y tu Alma.
Sin hacer mucho ruido dejan huella por donde pasan.
Si miras con los ojos del Amor… las verás en todas las paradas.
Las puedes reconocer por el calor de su sonrisa y su mirada.

Yo honro y agradezco a la mujer madura que soy.
Y a cada una de mis maduras hermanas.
En vosotras me encuentro, me aliento, me escucho, me siento, me lleno.
En vosotras me Amo, me elevo, me reconozco, me crezco, me Libero.
En vosotras siempre Soy… en el círculo me completo.
Gracias, gracias, gracias.

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