Los mejores sanadores son
discretos en su trabajo.
Ellos sellaron el ego y
dejan al corazón fluir en sereno amor.
El tacto de sus manos es
cálido y generoso.
Tienen manos de Luz! En la
parte superior de su cabeza se derrama la Sabiduría Celestial...
Y al mismo tiempo, la
vitalidad de la tierra besa sus pies.
Mientras tanto, los
pétalos de loto de sus corazones se abren.
Y se convierten en templos
vivos de la Luz sanadora! Son tranquilos y conscientes de su tarea. Saben que
es la luz del amor la que sana, no ellos.
Están naturalmente
satisfechos, los seres divinos velan por ellos.
Son la paz perenne! No
tienen posturas arrogantes, son simples y alegres.
Son muy agradecidos al
Gran Espíritu, al Gran Sanador.
Transitan la existencia
sin juzgar a nadie.
Ellos son la serena luz!
Son sanadores, de los demás y de ellos mismos.
Transitan su camino sin
deshonrar la ruta de los demás.
No hacen daño a nadie,
porque son felices.
Sus actos son lúcidos! Oh,
estos curadores, hermosos y tranquilos, navegan en la luz!
Son estrellas encarnadas,
actuando en nombre del Altísimo.
A menudo, en silencio,
ellos abrazan a la humanidad!
No esperan nada, sólo
abrazan el alma del mundo.
Sí, no esperan nada, sólo
agradecen al gran Sanador.
Ellos saben que hay un
momento correcto para todo.
Por lo tanto, ellos
trabajan en el momento justo de su corazón saben que cada
momento es tiempo para
aprender.
Ellos se manifiestan en
todas partes, y columnas de luz iluminan sus senderos.
A menudo, sienten el dolor
del mundo, en sí mismos.
En esos momentos, se
reúnen en oración y aprovechan las elevadas fuerzas. Y aletean sus manos llenas
de luz, bajo el comando del corazón. No hay orgullo en ellos, solo satisfacción
callada.
No hay lucha o competencia
en su camino, sólo cura.
Ellos caminan en el
Dharma, como el Altísimo les instruyó.
Y saben que sólo el Gran
Sanador conoce lo que hay en sus mentes y almas.
Son conscientes de que,
mediante el perfeccionamiento de los demás, su Karma se disuelve en la luz.
Mejorando a los hombres, ellos también se mejoran, y todo el mundo crece.
Siempre agradecen a los
ángeles de la sanación, por la inspiración de su trabajo.
Y dicen, felices:
"Señor, nada es mío, todo es tuyo. Incluso yo!
Ellos son sanadores y
agentes de sanación interdimensional.
Están encarnados, pero son
estrellas.
Sanadores invisibles de
los hombres, del Espíritu y de ellos también.
Ellos son de la Luz!
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