Este rito se centra en el
restablecimiento de la relación que existe entre tu madre y tú (o entre tu hija
y tú). Puedes celebrar este rito sola o con un grupo de mujeres que también
estén comprometidas en la sanación de su ruptura madre/hija.
Si no tienes un
grupo de mujeres, pide el apoyo y la presencia de una amiga íntima.
Cuando te
decidas a celebrar este ritual, no sólo manifiestas la intención de restablecer
tu relación con tu madre sino que también te autoinvitas a alinearte con lo que
se necesita para sanar la ruptura presente en el interior de tu naturaleza
femenina.
Pon un bonito altar de
flores, una vela y una imagen o una figura de la Diosa para honrar tu relación
con tu madre.
Busca una fotografía de tu madre o cualquier objeto que ella te
haya dado y que colocarás más tarde, durante el desarrollo del ritual, en el
altar. Al empezar el ritual, invoca la guía y la sabiduría de la Madre Diosa.
Tanto si alguna vez te has
sentido querida, aceptada, protegida, alimentada y bien recibida por tu madre,
como si te has sentido rechazada, abandonada y criticada; tanto si tu madre ha
estado presente como ausente, si ha podido tocarte o no, vas a realizar este
ritual para honrar a tu madre de forma que llegues a conseguir aceptar, al
menos parcialmente, quién es o quién fue en tu vida.
De algún modo, tu madre lo
hizo lo mejor que pudo teniendo en cuenta su propio ambiente familiar, el
momento histórico que le tocó vivir, su sentido maternal o su carencia del
mismo, su salud, su situación económica, estado civil, lo que le estaba
socialmente permitido como mujer, y el apoyo que recibió para ser una buena
madre, tanto de su esposo como de la cultura a la que perteneció.
Rinde honor a su fuerza,
su sabiduría y su capacidad de entendimiento, y agradécele el haber elegido que
nacieras. (Puede que en este momento no te sientas con fuerzas para hacerlo,
pero de lo que se trata en este momento es de abrir el corazón para que puedas
creer que tu madre hizo las cosas lo mejor que supo.)
Al realizar este rito vas
a curar las heridas de tu madre a la vez que las tuyas, de forma que ya no te
vuelva a acompañar la idea de tu madre unida a una sensación de dolor, sino que
a partir de ahora puedas empezar a sentir ante esa idea la luz de tu madre.
Piensa qué es lo que
necesitas conseguir a través de este rito para mejorar tu relación con tu
madre. Por ejemplo, si necesitas comprenderla, perdonarla, sentirte responsable
de ella, aceptarla, sacar algún aspecto de ella que ella haya mantenido oculto,
llorar su pérdida, dejarla ir, pedirle a ella que te deje marchar…
Coloca el objeto o la
fotografía en el altar y ve enunciando en voz alta la línea femenina de tu
genealogía. Por ejemplo, yo tendría que decir: “Soy Maureen Elizabeth, nieta de
Julia Frances Virginia Dunn, hija de Julia Frances Virginia, hermana de
Rosemary Teresa, madre de Heather y Brendan”.
Si otras mujeres toman
parte de este rito haz una breve semblanza de tu madre. Después, dirígete
directamente a tu madre y cuéntale qué es lo que aprecias de ella. Cuando hayas
terminado, enciéndele una vela, bendícela y deja que se vaya.
Maureen Murdock
“El viaje heroico de la
mujer. Etapas y claves del proceso femenino”
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