Para
sanar habrá que hablar de los abortos silenciados.
Para
sanar habrá que hablar de las infidelidades.
Para
sanar habrá que contar la violencia, los abusos y los maltratos.
Para
sanar habrá que expresar el odio y la rabia.
Para
sanar habrá que reconocer y contar esos amores frustrados que nunca pudieron
ser.
Para
sanar habrá que hablar de las estafas y deudas.
Para
sanar habrá que hablar de los excluíos y “malos” de cada historia.
Para
sanar habrá que hablar de los vivos y los muertos.
Para
sanar habrá que hablar de adicciones y duelos bloqueados.
Para
sanar habrá que enterrar a todos los bebés y niños muertos de mi historia.
Para
sanar hay que llorar y contar los dolores.
Para
sanar hay que contar los secretos y develarlos.
Para
sanar hay que estar dispuesto a decir la verdad y nada más que la verdad.
Para
al fin y al cabo reconocer que solo era “mi” verdad según mi historia. Y cuando
todo eso suceda te darás cuenta que no había nada por sanar.
Que
todo estaba ahí expresado en forma de síntoma, para que trasciendas esa
historia.
Para
sanar hace falta que sepas que no hay nada por curar sino todo por integrar.
Para
sanar hay que integrar en nuestro día a día los órdenes del amor. Aceptar todo
como es y todo como fue.
Abrirnos
a la reconciliación.
Aceptar
a todos como son. Entender que todos somos uno, movilizados por Algo más grande
que es el movimiento del espíritu y que todo está bien y perfecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario