domingo, 21 de junio de 2020

CARTA AL LINAJE PATERNO...



Sanando, utilizando e impulsándonos con la energía disponible para ello,

Gracias padre te amo, te aprecio, te acepto tal cual eres en todas las dimensiones espacio tiempo, te agradezco por tu presencia y tu luz fuerza.

Honro mi linaje masculino y te honro a ti papá, por ser el paciente agricultor de mi alma pues, tras haber sembrado tu semilla, cultivaste con amor y entrega aún sin poderme sentir dentro de ti. Recibiste tu cosecha con la más delicada ternura y construiste un cordón de corazón a corazón, para unirte conmigo en amor.

Te bendigo porque de ti he aprendido cómo protegerme, proveerme, cuidarme, guiarme. Y, si hubieron algunas carencias, sé que fui yo quien te eligió así para, precisamente, aprender de esa experiencia.
Me responsabilizo de todo aquello que yo acepté e integré en mí como verdadero. Reconozco que tú cumpliste tu labor de la mejor manera posible de acuerdo a tus propios recursos y dando cumplimiento al contrato de alma que ambos acordamos. Nos perdono por cualquier sufrimiento que hayamos cocreado y nos agradezco las lecciones que de éste obtuvimos.

Nos libero  de toda historia de dolor, de miedo, de enojo, de tristeza y su consecuente karma en nuestras vidas.
Sé que me he convertido en quien hoy soy gracias a tu aportación a mi vida. Todo lo que necesite corregir y mejorar es ya labor mía y me sé acompañada por ti en cada paso, pues el cordón que entreteje tu corazón al mío es inquebrantable y siempre palpitante.

Es tu mirada la que me ha enseñado a ser mirada y reconocida por los hombres. Es tu amor el que me ha mostrado cómo merezco ser amada. Es tu misericordia la que me ha dado confianza para mostrar mi fuerza. Son tus caricias las que han dejado memoria en mi piel para sólo permitirse ser tocada por el otro en total amor y entrega. Asumo mi proceso y la responsabilidad de sanar con los otros hombres de mi camino todo lo que haya quedado pendiente contigo.

Te miro, y miro a todos los hombres que te anteceden.
Los honro.
Te miro, y miro tu historia.
La entiendo.
Te miro, y miro los duelos, las heridas.
Las comprendo.
Te miro, y miro las imposibilidades.
Las sano en mi corazón.

Porque cuando te miro, miro lo Masculino en mi, y cuando mi mirada es en compasión, esta mitad en mi comienza a sanar, y se hace la luz
A partir de hoy confío en poder integrarte en mi: masculino sagrado, verdadero, auténtico, también amoroso y presente.

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