viernes, 20 de junio de 2014

DECALOGO DEL HOMBRE Y LA MUJER

Varón y mujer tienen los mismos derechos y obligaciones,
pero distintos oficios y características.
Esto es lo que anota el siguiente decálogo.

El hombre es la más elevada de las criaturas.
La mujer el más sublime de los ideales. 
El hombre es el cerebro, La mujer es el corazón.
El cerebro fabrica la luz, El corazón el amor.
La luz fecunda, El amor resucita.
El hombre es fuerte por la razón.
La mujer es invencible por las lágrimas.
La razón convence.
Las lágrimas conmueven. 
El hombre es capaz de todos los heroísmos.
La mujer capaz de todos los martirios.
El heroísmo ennoblece.
El martirio sublima.
El hombre es un código.
La mujer es un evangelio.
El código corrige.
El evangelio perfecciona.
El hombre es un templo.
La mujer es un sagrario.
Ante el templo nos descubrimos.
Ante el sagrario nos arrodillamos. 
El hombre piensa.
La mujer sueña.
Pensar es tener en el cráneo una larva.
Soñar es tener en la frente una aureola. 
El hombre es un océano.
La mujer es un lago.
El océano tiene la perla que adorna.
El lago la poesía que deslumbra. 
El hombre es águila que vuela.
La mujer es el ruiseñor que canta.
Volar es dominar el espacio.
Cantar es conquistar el alma.
En fin...
El hombre está colocado donde termina la tierra.
La mujer donde comienza el cielo.

5 comentarios:

,,,, dijo...

Es cierto, es una fuerza que nos ayuda en todo, para solo continuar y triunfar !!!

Anónimo dijo...

El ser amados nos da seguridad, fuerza y ganas de ir contra el mundo.

Anónimo dijo...

En estos tiempos actuales muchas mujeres han olvidado su esencia divina, y es algo que se debe recuperar.

Unknown dijo...

Las mujeres ahora somos guerreras, pero tambien soñadoras, y claro que buscamos un complemento.

Unknown dijo...

...mm. me rectifico, no buscamos un complemento, porque ya somos seres completos, buscamos una compañia de vida, asi esta mejor, je,je,je.

CONJURO DE TRANSFORMACIÓN

  Transformo mi miedo en coraje Lo menos en más Los viejos patrones enquistados en respuestas frescas e inocentes La ira en respiracio...