En mi vida
procuro sanar cada una de las heridas, no me gusta andar con pesos a cuestas
que me hagan difícil el camino, asimilo el dolor y trabajo en mí para cambiarlo.
El tiempo me ha
enseñado que el perdón es uno de los
mejores regalos que poseemos en nuestro corazón, tan liberador, con esa
capacidad de aligerarnos las cargas, solo que no es tan fácil de aplicar,
muchas veces creemos haber perdonado, nos lo repetimos hasta el cansancio, pero
ante cualquier roce, esa herida vuelve a abrirse, vuelve a sangrar y vuelve a
doler.
Ojala tuviésemos
la oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva, ojalá pudiésemos tener una
memoria selectiva que nos protegiera de cualquier recuerdo desagradable, que
pudiésemos quizás seleccionar conscientemente lo que se recrea en nuestra
mente, pero la realidad es diferente, requiere de un esfuerzo y de un trabajo
interior que demanda atención y entrenamiento, pero sí que es posible.
Hoy en día
procuro perdonar lo más pronto que puedo, apenas me siento decepcionada,
afectada o herida por alguien más, hago un desglose de la situación, reparto
responsabilidades, incluyendo mi cuota. Veo qué puedo rescatar de la situación
y suelto, si es de vivir un duelo, lo vivo, pero no me aferro a incrementar el
dolor, a martirizarme, a victimizarme o a vivir de escenarios hipotéticos en donde
las cosas ocurren de otra manera.
Aceptar es una de
las claves para liberarnos del dolor, cuando dejamos de resistirnos, todo
parece tomar un rumbo diferente, lo que nos parecía injusto, lo que nos
incomodaba, lo que nos indignaba, sencillamente lo podemos apreciar de una
forma más objetiva, más empática, podemos dar respuesta a los porqués que se
presentaron en el camino y sencillamente tomar acciones desde lo que es y no
desde lo que nos gustaría que fuese.
Y tener siempre
en cuenta que la aceptación permite fluidez, permite que los hechos pasen a
otro nivel y dejan espacio en nuestro
ser para que las cosas sigan avanzando, no podemos dejar de aceptar porque nos
paralizamos, nos estancamos.
Ciertamente no perdemos
la memoria, no podemos hacer como si algo no ocurrió y esto debemos verlo como
una ventaja, porque el hecho de haber vivido una experiencia con la cual nos
sentimos incómodos, pero de la que sacamos una aprendizaje, puede evitarnos
vivencias relacionadas a futuro o posicionarnos con mayores conocimientos y
herramientas ante situaciones similares, evitándonos seguramente resultados
parecidos a los previamente
obtenidos.
Recordar siempre
que de toda experiencia, tenemos una lección de vida, y muchas veces gracias a
esta lección somos capaces de ver nuestras propias falencias y corregirlas para
nuestro caminar.
Debemos ser
capaces de entender que no todo ocurrirá como lo deseamos, especialmente porque
no somos expertos materializando la vida como la queremos, sino que por lo general nos concentramos tanto en lo
que no queremos, que terminamos por atraerlo a nuestras vidas.
Somos
responsables de lo que vivimos y nuestros pensamientos son fuente directa de
creación, nuestra energía es un poder potencial de realización, no alberguemos
nada en nuestro interior que nos haga pensar o sentir negativamente,
liberémonos del rencor, del resentimiento, de los celos, de la ira, de la
precariedad, de la falta de prosperidad, utilizando las experiencias para nuestro
crecimiento en lugar de torturarnos con lo que no nos es posible cambiar.
1 comentario:
Acertado resumen para poner en práctica en cada situación difícil o engorrosa, tanto con otros como con nosotros mismos. Saludos cariñosos.
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