Existe una línea de acción y de vida para cada uno;
ella fue establecida hace tiempo por su Mónada.
Eso ya está resuelto, es preciso sólo entregarse, saber oír y a veces también callar.
Callar ante el cambio inútil de palabras, malgastando preciosa
energía.
Callar el razonamiento crítico.
Callar el juicio impiadoso.
Callar las palabras que hieren y son innecesarias.
Callar los comentarios infundados.
Porque la práctica de juzgar y hablar
innecesariamente, perturba los espacios sutiles de la mente, dejándola sin
capacidad para recibir, elaborar y transmitir mensajes que sirvan a nuestro
diario vivir consciente y sobre todo para poner armonía en el caos creciente.
Necesitamos reunir energías alrededor del Ser Interno,
para recibir fuerza, firmeza y Clara Luz.
Callar las experiencias propias, sea en el mundo
físico o en el de los sueños, ya que sólo cada uno podrá comprender el mensaje
que está recibiendo y para qué.
A trabajar entonces la Ley del Silencio, que conlleva
siempre verdadera Humildad y un encuentro con uno misma.
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