Querida hija, hace mucho
que deseaba decir estas palabras para ti.
Aquí y ahora estás en un
momento privilegiado para ti como mujer, aquí y ahora puedes conocer la verdad
acerca del dinero y la prosperidad. Esa verdad que yo no pude conocer de joven.
Yo tuve que trabajar mucho
y muy duro para obtener dinero, siempre creí que necesitaba sacrificarme,
sacrificar mi tiempo contigo, con una pareja y una vida bella si en verdad,
deseaba obtener ingresos para el sustento básico.
Yo tuve que esclavizarme
años: la libertad de mis veinte, el riesgo de mis treinta, la madurez de mis
cuarenta y la sabiduría de mis cincuenta… todo lo entregué a un empleo que
aceptaba por la paga.
¡Ahora es tan distinto! ¡Y
agradezco a la vida que me permita decírtelo así!
Trabaja en lo que más te
guste, en lo que sea tu pasión… ¿Las flores, la jardinería, como chef, como
empresaria, en tu propia marca personal, en tus servicios? No importa cuál es
tu pasión. Hoy sé que es posible crear abundancia a partir de lo que se ama.
Nunca aceptes una rutina
que te quiebre.
Hoy puedes elegir invertir
y optar por la belleza en tu vida.
Un ramo de flores en tu
mesa de trabajo. Un bello jarrón a la entrada de tu casa. Un juego de velas que
armonicen tus espacios.
¡El dinero, el amor y la
familia SÍ pueden ir de la mano! Si puedes tener mucho dinero, todo el amor
posible y una hermosa familia -si así deseas- y todo puede fluir e ir en
armonía si haces lo que dicta tu corazón. Por eso nunca digas a tus hijos o tu
esposo que lo sacrificas todo por llevar sustento a tu hogar. Porque no
necesitas sacrificar nada, mucho menos cuando lo que haces lo haces desde el
amor y la pasión.
Sé impecable con tus
palabras, con tus actos, con tus deseos y el Universo pondrá en tus manos lo
que necesitas. Has de saber que eres grande, inmensa, poderosa. Bendice tu
camino con tus palabras, has de tus actos hábitos y sigue a los deseos de tu
corazón para llegar hasta donde quieras llegar en tus términos, sin importar lo
que otros esperen de ti. Aprende a serte fiel a ti misma.
Y finalmente, hija, sólo
abre tus brazos a la Prosperidad del Universo, sin culpas, sabiéndote
merecedora, porque tú eres el Universo también y cada parte de ti lo sabe. Ya
no tienes nada que sufrir, las mujeres de todos los tiempos lo hemos hecho lo
suficiente para descubrir lo que aquí y ahora es tu herencia y la herencia de
todas las de tu generación.
¡Vive, sonríe, agradece,
disfruta y comparte, estos tiempos tuyos son tiempos distintos!
Tu Madre, ahora más sabia,
más empoderada y quien tras años de servicio descubrió que lo más preciado es
ser fiel a una misma.
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