lunes, 19 de noviembre de 2018

RESILENCIA....LA LLAMAN


Durante mucho tiempo
me sentí estancada,
como amarrada a una silla
sin poder mover mis pies
ni mis manos, incluso mis pensamientos

se sentían agotados y entumecidos
tras la cárcel invisible que
me tenía suspendida en el tiempo.

Sentí que estaba en un lugar
que me privaba del oxígeno,
del elixir llamado felicidad
y que aun pudiendo irme de allí
me consumía en llama viva alejarme también.
Era como estar entre la espada y la pared
y a su vez, ser invisible.

Nunca había encontrado un ejemplo tan claro
de la ambigüedad de una decisión,
era terriblemente agotador
despertar cada mañana con ese poder a mi alcance,
el de irme y el de quedarme
el de poder volar y no querer hacerlo,
el amor se había vuelto un ovillo
en mi pelo y era difícil encontrar las extremidades,
no había aroma de jazmines que desenredaran
semejante caos, sin embargo, lo intentaban.

Sabía que me destruiría de ambas maneras
que hiciera lo que hiciera
una hiedra venenosa se enredaría en mi garganta
y me dejaría sin voz,
para evitar herir
para evitar herirme
para evitar que la ansiedad me consumiera
antes que las metáforas de mi mente.

Temí tanto lo que no quería que pasara
que me perdí, pasó lo que tenía que pasar
y me ahogué desesperadamente en mi mundo,
me puse gris
me entristecí
me silencié
dejé de brillar por una largo tiempo
y lloraba cuando nadie me veía
para evitar que el daño no se hiciera más grande.

Busqué respuestas
cuando el lamento dejó de sofocarme
y revolví entre mis entrañas y mis excusas...
¿y saben qué?
no encontré ninguna respuesta,
solo poesía para alivianar la carga
para soltarme de la silla en donde estaba
inútil y torpemente atada
me dio oxígeno boca a boca
verso a verso
y diminutas dosis de felicidad
solo para recordar a veces lo que se sentía
ser besado por alguien a quien amas.
Dejé de consumirme por dentro
como un volcán silente
solo para que la luz de las letras
hicieran nido y piel nueva en mi
y también para que el dolor perdiera
toda gravedad que hiciera que se aferrara a mi.

Entonces descubrí que no necesitaba una solución
sino una caricia al alma
para poder sobrellevar la pena que a veces carcome
mis huesos dormidos
mientras mi corazón dice:
"empuja, empuja, solo empuja"

Resilencia le llaman.

No hay comentarios:

CONJURO DE TRANSFORMACIÓN

  Transformo mi miedo en coraje Lo menos en más Los viejos patrones enquistados en respuestas frescas e inocentes La ira en respiracio...