Si tu madre nunca te ha consolado, con toda probabilidad te será
difícil encontrar un verdadero consuelo para el corazón en las relaciones que
establezcas con otras personas.
Tu labor será crear ese sentido de consuelo
para el corazón dentro de ti misma.
Si tu madre nunca
se ha compadecido de ti, con toda probabilidad tendrás poca paciencia con tus
propios fallos humanos, así como con los de los demás.
Tu labor será observar a alguien que practique la compasión, y practicarla tú misma.
Tu labor será observar a alguien que practique la compasión, y practicarla tú misma.
Si tu madre
silenciaba tu creatividad.
Tu
labor será dar voz a cada impulso creativo que se presente. Pinta, escribe
poesía, toca el tambor, cuida las plantas, cocina y baila.
Si tu madre
despreciaba o rechazaba su propio cuerpo como mujer.
Tu
labor es abrazar y honrar a tu cuerpo y a tu sexualidad.
Si te sentías
abandonada por tu madre por la razón que fuera, incluyendo la depresión o el
alcoholismo.
Tu
labor será escuchar a tus sentimientos y nunca abandonarte tú misma.
Si tienes alguna
cuestión sin resolver con tu madre y ésta ha muerto o ha quedado emocionalmente
incapacitada, puedes escribirle una carta (que guardarás tú o te enviarás a ti
misma) en la que expreses tu pena y tu enfado por no tener una madre nutricia,
y dile que has llegado a aceptarla y comprenderla como tal y como era.
Entonces
podrás sentirte agradecida por su presencia en tu vida.
Todas nosotras
llevamos encima el peso de nuestra madre por lo que es necesario sanar la
ruptura madre/hija tanto si tu madre está viva como si no, para así poder sanar
la profunda herida de tu naturaleza femenina.
El
elemento clave reside en que TU misma te conviertas en una buena madre.
Con esa
idea en la mente, asume la tarea de ser maternal contigo misma.
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