Me tengo y estoy a salvo.
No busco salvar a nadie,
sólo abrazarme yo misma, una y otra vez, infinitamente.
No busco cumplir tus
expectativas pues estoy tratando de cumplir las mías, entera y no desde mis heridas;
ya no deseo completarme desde el dolor, en otro.
Ahora miro hacia adentro y
todo lo que he pedido hacia fuera, me lo doy contenta: me amo, me apruebo, me
respeto y confío en mi corazón intuitivo, como así también confío en mi mente
universal.
Porque me he comprometido,
pero lo he hecho conmigo; he realizado un pacto único de amor y fidelidad, en
donde el la ansiedad en su amplio espectro queda fuera.
Camino lento y respiro,
mirando con nuevos ojos esta nueva forma de relacionarme como mujer conmigo
misma, expectante, pero de mis propios avances, como una hembra, como una loba
y no permitiendo tampoco que otro tenga la necesidad de completarse en mí, ni
saciarse de mí, ni beber de mí, sino tomar suavemente, lo que yo le ofrezca
como un dulce néctar de regalo.
Sólo si te animas, puedes
caminar a mi lado desde un lugar íntegro, sano, sin la expectativa tediosa de
que anheles convertirme en lo que tú deseas que yo sea, ni convertirme tampoco
en aquella que sanará tus heridas, ni menos en aquella que coronará tu frente
de ilusiones.
Yo no soy tu sanadora,
podría con amor infinito ser tu acompañante en esta travesía.
Hoy me tengo completa, no
a medias, por lo tanto no quiero tu mitad. Si has de caminar a mi lado, que sea
desde ese lugar entero, sagrado, desde un espacio coherente, generoso que
aporte y no que quite, que alimente y nutra, no que debilite y enferme; porque
yo no estoy enferma, estoy vibrante y llena de luz, estoy consciente de mi
fuerza y mi gratitud, por tanto merezco lo que yo misma soy.
Hoy estoy completa y me
tengo, me acuno y doy a mi divina niña interior todo el arrullo que necesita;
soy mi propia Madre y puedo protegerme, cuidarme y tratarme con dulzura y
ternura; desde este espacio doy lugar a la Madre que me ha dado el pase a esta
vida y le quito de paso, el peso de la exigencia, de la expectativa, de lo que
hubiera esperado que ella me diera; desde mi propia maternidad me lo entrego
con amor y permito así que ese infinito amor fluya de vuelta en un sagrado
circuito a ella, que brillen sus ojos cuando la beso, que brille su alma cuando
la honro. Es gracias a ella que estoy acá, valiente guerrera que me dio el
suspiro de vida.
Cuando me sano, sano mis
relaciones, mis Ancestras, mis padres.
Al sanar lo femenino en
mí, me sano junto a mi madre; al sanar el masculino en mí, me sano junto a mi
padre.
Al fin comprendo que
cuando dejo de poner la carga en el otro y descanso en mí, re-significo la
relación con mi Padre y dejo de poner en él, ese peso en su espalda. Al sanar
mi vínculo con la Paternidad, libero a todos los hombres, en los que
erróneamente proyecté la relación debilitada que tuve con papá, porque hoy
entiendo que estoy completa y no requiero saciar en otros las carencias
equívocas. Estoy entera y estoy a Salvo.
Esa es la vuelta de la
vida y la gran reflexión que hace mi Alma, cuando logro verme, abrazarme y
contenerme, entender que mis abuelas viven en mí y que todo el amor que
necesito y que tanto tiempo busqué en aprobaciones y en relaciones, ha estado
siempre, siempre y SIEMPRE dentro de mí. Soy la chispa Divina, abriéndose al
Universo.
1 comentario:
Un maravilloso decreto de afirmación que también adopté. Vale la pena releerlo y aplicarlo al máximo. Gracias y abrazos.
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