Nuestro
caminar en la vida se origina en la familia, donde desarrollamos nuestros primeros afectos, luego pasa el tiempo y
vamos desarrollando el amor a los nuestros y también nuestra personalidad.
En
las relaciones dentro de nuestro entorno, muchas veces no podemos establecer
los límites necesarios para conservar nuestra integridad cuando en los procesos
que atravesamos consideramos a otras personas, en especial aquellas que para
nosotros son importantes.
Ciertamente
el afecto hace que uno haga sacrificios por quienes queremos, pero no debemos
quebrarnos a nosotros mismos por evitar el quiebre de los demás. Siempre que esté
a nuestro alcance, será una respuesta natural la protección de las personas que
apreciamos y muchas veces encontraremos en esta conducta de preservación, de
protección, de cuidado, una gran satisfacción, sin embargo, cuando el hecho de
salvaguardar a alguien más tiene el costo de nuestro bienestar, de nuestra paz,
de nuestra felicidad, allí deja de estar justificado y muchas veces no vemos
este límite sino cuando ya es tarde y estamos quebrados.
Por
más importante que sean para nosotros algunas personas, entiéndase hijos,
padres, hermanas, parejas, etc, tenemos que crear un equilibrio que no nos
demande la vida misma, para velar por el bienestar de otros. No es egoísmo, se
trata de hacernos cargo de la persona más importante, que no debe ser otra
distinta a nosotros mismos, para desde nuestro bienestar poder ayudar y velar
por los demás.
Si
estamos mal, si nos sentimos sacrificados, si nos cuesta encontrar un propósito
de vida, nos costará brindarles a los demás el apoyo y al ayuda que requieran
en un momento determinado. Quienes han viajado en avión podrán haber visto a la
aeromoza hablar que en caso de descompresión primero debemos cada quien
colocarse su mascarilla de oxígeno, para posteriormente asistir a los pequeños
que lo requieran. Esto ejemplo lleva consigo lo más elemental que queremos
hacer ver, no podremos ayudar a otros si no estamos bien, si no reunimos las
condiciones.
Ayudar
siempre nos dará placer, nos dará regocijo, el compartir, el comprender, el ser
empático, protector, buen amigo, siempre resulta gratificante y útil, pero
debemos respetar nuestros límites, nuestros alcances, cada quien debe hacer lo
suyo y responsabilizarse por sus actos, por su vida, por sus retos. Aprendamos
a darle a cada quien la oportunidad de vivir su vida sin tener que nosotros
sacrificar la nuestra, el amor no se trata de eso, el amor se trata de hacer
que la otra persona reconozca sus capacidades y aprenda a volar, no de
cortarnos las alas nosotros mismos para ofrecérselas a alguien más.
No
argumentemos nuestras decisiones de sacrificar nuestras vidas por el bienestar
de alguien más, eso es responsabilizar a los demás de una realidad que solo nos
pertenece a nosotros mismos y hará a los demás vivir con el sentimiento de
culpa sobre algo a lo cual ni siquiera tuvieron acceso.
Ayuda,
cuida, conserva a todo el que puedas, pero recuerda que quien más necesita de
ti, eres tú mismo, siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario